CERREMOS FILAS COMO UN EJÉRCITO EN ORDEN DE BATALLA, UNA BATALLA DE PAZ Y ALEGRÍA.








OREMUS PRO BEATISIMO PAPA FRANCISCUS.

OREMUS PRO BEATISIMO PAPA FRANCISCUS DOMINUS CONSERVET EUM, ET VIVÍFICET EUM, ET BEATUM FACIAT EUM IN TERRA, ET NON TRADAT EUM IN ANIMAM INIMICORUM EIUS. (Enchiridion Indulgentiarum) "Diariamente ha de ocupar un lugar de primer orden en nuestras oraciones la persona del Romano Pontífice, su tarea en servicio de la Iglesia universal, la ayuda que le pestan sus colaboradores más inmediatos... porque es abrumador el peso que, con solicitud paterna, ha de llevar sobre sí el Vicario de Cristo: si onsideramos en la presencia de Dios, si advetimos -no es dificil, al conocer comentarios de la prensa laicista, de otros medios de comunicación, etc.- la resistencia conque le combaten los enemigos de la fe; si conocemos la presión de los que abominan del afán apostólico de los cristianos y se oponen a la tarea evangelizadora que impulsa constantemente el Papa, pediremos fervientemente al Señor que conserve al Romano Pontífice, que lo vivifique con su aliento divino, que lo haga santo y lo llene de sus dones, que lo proteja de modo especialísimo" (Francisco Fernández Carbajal: Hablar con Dios, Tomo III, Ediciones Palabra, Madrid 1988, p. 380)
PAPA EMÉRITO BENEDICTUS XVI Joseph Ratzinger 19.IV.2005 - 28.II.2013

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Recoleta, Capital Federal, Argentina
Historiador. Profesor Titular de Historia de la Cultura y del Derecho en el Seminario de Historia del Derecho del Doctorado en Ciencias Jurídicas y en la Carrera de Abogacía en la Pontificia Universidad Católica Argentina y Profesor Titular de Historia Constitucional Argentina en la UCALP:

sábado, 11 de octubre de 2008

EL PAPA BENEDICTO XVI DEBE BEATIFICAR AL SIERVO DE DIOS PIO XII



La intervención de Shear-Yashuv Cohen, el gran rabino de Haifa, Israel, durante el sínodo de obispos, nos provocó un gran malestar al atacar a Pío XII por "no levantar su voz para salvar a nuestros hermanos", y al criticar al Vaticano por el proceso de beatificación en curso. La primera idea idea espontáea que nos brota es afirmar que de las tres religiones monoteistas más importantes el cristianismo es superior, pero gracias a Dios Uno y Trino no todos los judíos piensan como el antes mencionado, no podemos ni remomatemente considerar un acto de ignorancia, sí de imprudencia y si avanzamos un poco más de mala fe. El gran rabino de Haifa no puede desconocer las siguientes opiniones:William Visser t´Hooft, secretario del Consejo Ecuménico de las Iglesias, escribe en sus memorias publicadas en Londres en 1973 : “Era extraña la situación en 1942 y 1943, muchas gentes en Alemania, en los países ocupados, en los países neutros y aliados oyeron hablar de la matanza en masa. Pero la información quedaba sin efecto, porque parecía demasiado improbable […]. Es posible no querer convencerse de los hechos, porque uno se siente incapaz de hacer frente a las aplicaciones de esos hechos”.
En 1945 el gran rabino Zolli, después de una visión de Jesucristo, se convirtió y toma el nombre, igual que su esposa, de Pío XII, Eugenio y Eugenia, “en señal de agradecimiento a la institución y a la persona que les había salvado la vida”, escribirá el rabino Barry Dove Schwarz en 1964.
En 1956, en el ochenta aniversario del Papa, los judíos se mostraron generosos en una colecta que reunirá ochocientos mil marcos. Pero es en el momento de su muerte cuando algunos protestantes comienzan la vituperación a su persona con toda clase de acusaciones.
Con toda evidencia, “Pío XII habló, Pío XII condenó, Pío XII actuó”, como escribía el 3 de enero de 1964 el P. Riquet, que fue deportado a Dacha. Intervino de diversas maneras. Dio refugio a judíos perseguidos –unos 860.000- pero no lanzó el grito. Muchos episcopados le pidieron en ocasiones que callara, pues cada vez que ellos mismos hablaban las consecuencias eran dramáticas. En realidad, cerca de seis millones de judíos murieron, sin contar gitanos y cristianos de Europa, de los que, llamativamente, no se habla nunca, como si su martirio no contara.
Actuó, es innegable. En realidad, no sabía ya que más hacer, atrapado en su deseo de intervenir públicamente, pero a qué precio. Prefirió salvar a los judíos que pudiese que lavar su cara ante la conciencia internacional. Era un pastor, no un político.
En 1958, cuando se entera de la muerte de Pío XII, Golda Meir, entonces ministra de asuntos exteriores de Israel, declara en la tribuna de la ONU: “Lloramos a un gran defensor de la paz […]. Durante los diez años del terror nazi, cuando nuestro pueblo sufrió un martirio espantoso, la voz del papa se elevó para condenar a los verdugos y para expresar su compasión hacia las víctimas”.
El gran rabino Elio Toaff, que un cuarto de siglo después acogerá a Juan Pablo II en la sinagoga de Roma, declarará : “Los judíos recordarán siempre lo que la Iglesia católica ha hecho por ellos, por orden del Papa, en medio de las persecuciones raciales. Cuando la guerra mundial hacía estragos, Pío XII se pronunció a menudo para denunciar la falsa ideología de las razas”.
En cuanto a Einstein, confesará en una declaración publicada por Time Magazine el 23 de diciembre de 1940, p. 40: “La Iglesia católica fue la única iglesia que levantó la voz contra el asalto llevado a cabo por Hitler contra la libertad. Hasta entonces, la Iglesia nunca había llamado mi atención, pero hoy expreso mi gran admiración y mi profundo aprecio por esta Iglesia que, sola, tuvo el valor de luchar por las libertades morales y espirituales”.
Haber callado, esto es lo que se le reprocha a Pío XII. “Hubo algo más alarmante que los silencios de Pío XII: los silencios sobre Pío XII”, escribe con acierto Alexis Curvers.
Pinchas Lapide, antiguo cónsul de Israel en Milán, uno de los fundadores del primer kibutz americano en las montañas de Gilboé, que dirigirá el servicio de prensa del gobierno israelita, autor de un ensayo El vicario y la verdad, estima que entre ciento cincuenta mil y cuatrocientos mil judíos fueron salvados de una muerte segura “por el Papa personalmente, la Santa Sede, y toda la Iglesia católica”. Añade: “Pío XII hizo todo lo que pensaba que podía hacer, conociendo profundamente sus propias limitaciones en esta materia”.
Según Lapide, Israel podría plantar, a la memoria de Pío XII, un bosque de ochocientos sesenta mil árboles.
Lapide es uno de los investigadores que han estudiado la actitud de Pío XII respecto a los judíos. Cuando se desencadenó la polémica a raíz de la publicación en 1963 de la obra de Rolf Hochhuth El Vicario, Pinchas Lapide saltó a la palestra con su libro Roma y los judíos (Rom und die Juden, Hesse, Fuldabrück (1997). Poco antes de su fallecimiento en 1997 y con motivo de la reedición
del libro, hizo unas declaraciones, junto con su mujer Ruth, historiadora y experta en judaísmo, a la revista alemana PUR-Magazin
(mayo 1997).
Lapide destaca allí que "Hochhuth no disponía de nuevas fuentes que no fuesen ya conocidas por otros historiadores. Con su mezcla de verdad y ficción confundió a la gente y creó prejuicios injustos contra el Papa". Los reproches a Pío XII son "una simplificación y en parte calumnias".
En la persecución de los judíos se suele plantear la cuestión de hasta qué punto los siglos de antijudaísmo influyeron en la falta de reacción de muchos ante el Holocausto. Lapide señala, por su parte, el caldo de cultivo de las acusaciones de Hochhuth: "Detrás del pensamiento de Hochhuth hay más de 500 años de antipapismo". De este modo, "el libro de Hochhuth es una especie de caricatura hecha por un protestante, más o menos practicante, a partir de lo que siempre le han contado de lo que son los Papas".

En la entrevista, Lapide recuerda que Pío XII, cuando todavía era el nuncio Pacelli en Múnich, había contribuido durante la Primera Guerra Mundial a salvar judíos en Palestina. En 1917, el turco Dachomal- Pascha había planeado una masacre de los judíos en Palestina, como se había hecho con los armenios. El asunto llegó a conocimiento de Mons. Pacelli, quien habló con las autoridades de Múnich para que intervinieran en Berlín en favor de los judíos. Entonces los alemanes tenían estrechas relaciones con los musulmanes otomanos. Las instrucciones pertinentes llegaron al general alemán Von Valkenhayn en Jerusalén, y así se pudo evitar la masacre.

Y durante la II Guerra Mundial, ¿hizo mucho Pío XII por los judíos? "Sí -responde Lapide-. En cualquier caso, más que cualquier
otra iglesia cristiana o institución de la Europa de entonces, ya sea del Este o del Oeste". Su mujer Ruth corrobora: "Las Iglesias
evangélicas, el Comité Internacional de la Cruz Roja, hicieron infinitamente menos de lo que hizo Roma para salvar judíos".

Lapide apostilla que también de Pío XII se puede decir que podría haber hecho más. Pero las graves acusaciones contra él
son "calumnias". Lapide recuerda que, poco antes de la Navidad de 1944, estuvo más de una hora con Pío XII. Entre otras cosas, le
dijo: "Señor Lapide, estoy seguro de que en el futuro se pensará que yo podía haber hecho más, y claro que podía haberlo hecho. Pero lo que he hecho por salvar judíos, es una realidad".

Así lo reconocieron los judíos nada más acabar la guerra y después. De hecho, Lapide manifiesta que escribió su obra "a partir de citas de judíos y de testimonios de víctimas que se salvaron: mis pruebas son de los que sufrieron y están por encima de cualquier sospecha". Y advierte que la crítica judía contra Pío XII no comenzó hasta la publicación de la obra de Hochhuth.

Al acabar la guerra y hasta la muerte de Pío XII, las organizaciones y personalidades judías sólo tuvieron palabras de elogio para la actuación del Papa. El documento ahora publicado por la Santa Sede recuerda en una nota algunos testimonios de judíos que vivieron personalmente el Holocausto.

Por ejemplo, el 7 de septiembre de 1945, Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de Comunidades Judías Italianas, declaraba su "homenaje de agradecimiento al Sumo Pontífice, a los religiosos y a las religiosas que, siguiendo las directrices del Papa, no han visto en los perseguidos más que hermanos, y con valor y abnegación han realizado una acción inteligente y eficaz para socorrernos, a pesar de los gravísimos peligros a los que se exponían". El 21 de septiembre de 1945, Pío XII recibió en audiencia a Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso Judío Mundial, quien le manifestó su "más sentido agradecimiento por la acción realizada por la Iglesia católica a favor del pueblo judío en toda Europa durante la guerra".
Por su parte, Joël- Benoît d´Onorio, profesor de la universidad de Aix-Marsella, apunta que en 1945 el congreso de las comunidades israelitas de Italia dirigió a Pío XII un mensaje de gratitud por su acción protectora. En 1946 setenta y ocho rescatados de la deportación fueron a Roma a darle las gracias. En 1955 noventa y cuatro músicos judíos, originarios de catorce países dieron un concierto en el Vaticano en agradecimiento “por la obra humanitaria grandiosa llevada a cabo por Su Santidad sirviendo a un gran número de judíos durante la segunda guerra mundial”.
El senador Levi, en agradecimiento por todo lo que Pío XII había hecho por los judíos, sobre todo por los que había permitido que se enrolaran en la guardia suiza, dona un palacio que hoy alberga la nunciatura apostólica en Roma.
Se podrían mencionar miles de casos más, anónimos, que no están en los libros de hombres, sino en el libro de la vida. Sea como fuera, no podemos olvidar, no debemos olvidar, que la Iglesia católica y su cabeza visible, no tuvo reparo alguno en estigmatizar el nazismo, denunciarlo, y ocultar aún a riesgo propio, a miles de perseguidos. No todo el mundo puede decir lo mismo. El que esté libre de pecado….; y aquí es donde está el quid de la cuestión del origen de la leyenda contra Pío XII, la conciencia de muchos no soportaba su parte de culpa, y proyectó toda esa mala conciencia contra Pío XII.
Junto al clamor del Papa Benedicto XVI invitamos a rezar "para que prosiga felizmente la causa de beatificación del siervo de Dios Pío XII"

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