CERREMOS FILAS COMO UN EJÉRCITO EN ORDEN DE BATALLA, UNA BATALLA DE PAZ Y ALEGRÍA.








OREMUS PRO BEATISIMO PAPA FRANCISCUS.

OREMUS PRO BEATISIMO PAPA FRANCISCUS DOMINUS CONSERVET EUM, ET VIVÍFICET EUM, ET BEATUM FACIAT EUM IN TERRA, ET NON TRADAT EUM IN ANIMAM INIMICORUM EIUS. (Enchiridion Indulgentiarum) "Diariamente ha de ocupar un lugar de primer orden en nuestras oraciones la persona del Romano Pontífice, su tarea en servicio de la Iglesia universal, la ayuda que le pestan sus colaboradores más inmediatos... porque es abrumador el peso que, con solicitud paterna, ha de llevar sobre sí el Vicario de Cristo: si onsideramos en la presencia de Dios, si advetimos -no es dificil, al conocer comentarios de la prensa laicista, de otros medios de comunicación, etc.- la resistencia conque le combaten los enemigos de la fe; si conocemos la presión de los que abominan del afán apostólico de los cristianos y se oponen a la tarea evangelizadora que impulsa constantemente el Papa, pediremos fervientemente al Señor que conserve al Romano Pontífice, que lo vivifique con su aliento divino, que lo haga santo y lo llene de sus dones, que lo proteja de modo especialísimo" (Francisco Fernández Carbajal: Hablar con Dios, Tomo III, Ediciones Palabra, Madrid 1988, p. 380)
PAPA EMÉRITO BENEDICTUS XVI Joseph Ratzinger 19.IV.2005 - 28.II.2013

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Recoleta, Capital Federal, Argentina
Historiador. Profesor Titular de Historia de la Cultura y del Derecho en el Seminario de Historia del Derecho del Doctorado en Ciencias Jurídicas y en la Carrera de Abogacía en la Pontificia Universidad Católica Argentina y Profesor Titular de Historia Constitucional Argentina en la UCALP:

miércoles, 8 de agosto de 2007

ROBERTO VILLANUEVA (1929-2005) El director del juego y las incertidumbres

ROBERTO VILLANUEVA (1929-2005)

El director del juego y las incertidumbres

por Alejandro A. Domínguez Benavides

(publicado en El Menú de Buenos Aires n° 107)

Desde hace veinte años, cuando Roberto Villanueva adaptó y dirigió Fuenteovejuna de Lope de Vega en el Teatro San Martín (1985) hasta La muerte de Danton de George Buchner en el Centro Cultural de la Cooperación nos mantuvo en una suerte de inquietud estética frente a la incertidumbre de sus inolvidables puestas en escena.

Villanueva no definía un texto dramático, ni resolvía el carácter de un personaje con palabras de una manera tajante y simplista. Cada puesta era un problema a resolver. Trabajar con él fue “una aventura angustiante y adorable” nos confesaba una joven actriz y seguramente enigmática agregamos nosotros. El director no hablaba mucho, les explicaba lo imprescindible. Creía que frente a la obra había dos tipos de aproximaciones: la lógica y la racional, y la afectiva e intuitiva. Estaba convencido que si hacía prevalecer a la primera corría el riesgo de ahogar a la segunda y resolvía la ecuación jugando como le gustaba llamar a esa explosión donde estallaban todas las otras resonancias del teatro, donde lo razonable se torna prescindible y el genio creador resurge en plenitud.

Sin necesidad de adoptar una actitud iconoclasta con los textos, por el contrario siempre respetuoso como en otros ordenes de la vida, fue el adaptador en sus puestas, porque creía que dirigir era componer, era producir una escritura distinta, apropiarse del texto y reescribirlo, aún, cuando no juzgaba prudente hacer cambios. Para escribir la versión escénica, polifónica de una obra, adaptaba el texto original lo leía y releía infinitamente para escuchar todas sus voces y matices.

Y siguiendo ese metodo de trabajo descubrió, por ejemplo, que aunque el tema de Fuenteovejuna no es el de un conflicto afectivo, eso no le impedia al director jugar con tales aristas, concibiendo al Comendador (tradicionalmente feo, viejo y petiso), en un Don Juan, joven, ambiguo en sus sentimientos y en sus inclinaciones sexuales con la exasperación que puede arrastrarlo, en sus desbordes, aún hacia lo místico. El texto de Lope no indica nada sobre la relación entre el Comendador y Laurencia eso no le impidió a Villanueva proponer que haya en la joven campesina una inclinación irresistible hacia alguien tan particular y que su formación y su extracción social le impusieran reprimir sus sentimientos. Con su planteo hace veinte años Villanueva agregó una gran riqueza de tensiones, de desear y no querer.

Así fue el director teatral que nos deslumbró, porque exprimía los textos, porque tenía esa rara costumbre de pensar el teatro y sus ocurrencias, a veces incomprendidas por la crítica burocrática y perezosa no le impidieron desde 1985 hasta su partida ser fiel a su pensamiento: “todo arte es experimental y está puesto en la práctica”.

Creía en un teatro real, el de la experiencia, el que se hace hoy y aquí. “No puedo hacer diferencias –nos decía en alguna entrevista- entre lo que es clásico y no lo es. Para mí toda pieza de Shakespeare, de Lope de Vega es actual, si no es actual, no es buena; si está hecho como en el Teatro de la Ranchería o El Globo, es otra cosa”. Y como creía en sus propias palabras: hizo el teatro que le resultaba interesante para ponerlo en escena, para transmitirlo a su manera “aunque suene caprichoso” como le gustaba. “Para mí hay clásicos mudos, no me dicen nada. A mí me gusta el teatro y trato de hacer el teatro que me gusta”.

Y asi lo hizo y frecuentó textos dramáticos de autores nacionales con europeos siguiendo los dictados de su gusto, su buen gusto: “La tempestadde Shakespeare; La pirámide, de Copi ; Las personas no razonables están en vías de extinción, de Peter Hanke; La Cena, de Robero Perinelli ; Botánico, de Elio Gallipolli; Ligados, de Eugene O´Neill; “Borges y Peron” Minetti; Almuerzo en la casa de Ludwig W., y La reina de la noche del austríaco Thomas Bernhard, donde “dejó hablar al texto” e hizo prodigios traduciendo su musicalidad. Amanda y Eduardo de Armando Discepolo; Freno de mano y Postal de vuelo de Victor Winer; El juego del bebé, del estadounidense Edward Albee, protagonizada por Norma Aleandro y Jorge Marrale ; Las variaciones Goldberg, de George Tabori; Las sacrificadas de Horacio Quiroga

Pero no solamente el teatro apasionaba a Roberto Villanueva. La música , la filosofía, la antropología, las religiones y la literatura universal. Este último aspecto lo puso de manifiesto al montar El resucitado (versión de La mort d’ Oliver Becaud, de Emile Zola).

Roberto Villanueva y el Menú de Buenos Aires y dejamos para el final el recuerdo de una amistad que nos unió al querido maestro de la escena. Una amistad que no debe confundirse con esa lacra nacional: el amiguismo. Villanueva entendía la amistad a la antigua, con señorío, siempre tenía lugar en su agenda para ofrecernos la nota pedida; sin agentes ni mediadores. En 1997 junto con Silvana De Luca y Adriana Libonati nos citó a conversar antes del ensayo general de “Las personas no razonables están en vías de extinción” de Peter Hanke en el mismo escenario montado en la Sala Cunil Cabanellas. Otras veces compartimos un café en la calle Corrientes o en el bar de la Calle Córdoba casi contiguo al Teatro Nacional Cervantes para indagarlo sobre el próximo estreno. Sus respuestas tímidas entrecortadas por una risa nerviosa cuando se refería algún hecho vinculado a su persona o cuando deslizaba alguna ironía ingeniosa con la picardía de un niño ingenuo.

Pero esas conversaciones no se agotaban en la puesta a estrenar, sino que alternaban los recuerdos: su descubrimiento del teatro en la adolescencia cuando curso el bachillerato como alumno pupilo en el Colegio del Salvador; el estreno en la Argentina de Esperando a Godot de Becket donde el entonces actor fue dirigido por Jorge Petraglia; su paso por el Instituto Di Tella en los sesenta; luego el exilio en España. Circunstancias a las que le restaba importancia y en el caso del exilio lo despojaba de ese dramatismo que otros explotaban para sacar réditos.

La historia para Roberto Villanueva era el futuro, el próximo estreno, el sueño pertinaz de una puesta que lo acompañaba en su cabeza durante años y un día aparecía montada en un teatro.

El Menú de Buenos Aires, en su edición anterior (105) publicó la crítica de Armando Capalbo a La muerte de Danton , la última obra que dirigió Villanueva, y allí señalaba: “…cuando el terror es la cifra de una vida, sólo queda esperar el triunfo de la muerte como le ocurre a Danton”. En el caso de Roberto Villanueva así como en el de todos aquellos que consagran su vida al arte y a un arte tan efímero como lo es el teatral, la muerte es una eterna agonía entre el recuerdo y el olvido. “Porque si no mueren las almas –como escribió Jorge Luis Borges- está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis.

Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros”.

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Así es... si así te parece de Luigi Pirandello

Pirandello, el discurso fabuloso que se inventó para poder vivir

Por Alejandro Domínguez Benavides

(publicado en la edición107 del Menú de Buenos Aires)

Así es... si así te parece
de Luigi Pirandello.
Versión Gambartes /Giles Elenco: Juana Hidalgo, Jean Pierre Regueras, y elenco. Dir: Bety Gambartes y Alejandro Giles. Andamio 90 Paraná 660. Funciones sábados a las 21 y domingos a las 20.Ultima función 1 de julio de2007

Cosi è (se vi pare) de Luigi Pirandello fue estrenada en Milán el 18 de junio de 1917, representada por primera vez en los escenarios de Buenos Aires y Montevideo, en 1925. Cuarenta años más tarde Armando Discépolo como traductor y director de escena la presentó con el título Así es ( si os parece) el 3 de mayo de 1957 en el Teatro Nacional Cervantes y constituyó uno de los primeros trabajos de la Comedia Nacional. Entre los destacados actores de aquél ya histórico y nutrido elenco estaban Milagros de la Vega, Idelma Carlo, Lydée Lisant, Fernándo Labat y Jorge Rivera López .
A casi cincuenta años de aquel estreno, Betty Gambartes y Alejandro Giles la exhumaron y desafíando el paso del tiempo ofrecen una puesta, sin pretensiones renovadoras, equilibrada y armónica que se ocupa de rescatar la esencia del teatro pirandeliano : el juego de las máscaras, lo verdadero y lo falso , el loco que termina burlándose de los supuestos cuerdos que lo marginaron y las calumnias, casi siempre, provocadas por los prejuicios y la ignorancia.
Y la ignorancia cobra protagonismo en esta farsa de Pirandello donde un grupo de habitantes de un pueblo tienen la manía de curiosear la vida de los otros. La relación de Doña Frola y su yerno, el misterio de la hija viva, muerta, transformada en otra, será motivo de desvelos para los vecinos de ese pueblo capaces de esgrimir las teorías más insólitas para llegar a la verdad. Tarea ardua para los vecinos y también para los espectadores que por momentos y sin querer forman parte del coro de esos voyeurs disparatados que se mezclan con el público utilizando las escaleras y casi todos los espacios del teatro. Un perchero y un viejo mueble que soporta un teléfono están ubicados en uno de los pasillos al lado de las filas de butacas
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Este recurso de Gambartes y Giles traslada a la puesta el conflicto pirandeliano de confundir la realidad con la ficción , conflicto que se oculta tras una escenografía sencilla, butacones blancos apoyados sobre baldosas del mismo color combinadas con negro, como un tablero de ajedrez, donde las piezas/actores pueden moverse con comodidad. Los directores lograron que el ritmo no decaiga y para ello apelaron a la música de Diego Vila, una exquisitez, que acompaña al espectador desde su entrada al teatro, - ritmos que traen resonancias Kürt Weill- y ocupa un espacio durante todo espectáculo. .
La iluminación a cargo de Esteban Lahuerta es intensa, mucha claridad y ajustada a lineamientos tradicionales, no se abusa de reiterados apagones sólo cuando la acción lo necesita por ejemplo para resaltar un monólogo y allí la frontalidad lumínica tiene el peso de las palabras, tal el caso de Jean Pierre Reguerraz - uno de los mejores actores de la puesta- donde Lahuerta utilizó el claroscuro para remarcar el perfil psicológico del personaje: un hombre aparentemente amargado y descreído que está convencido que la realidad es una y aporta su cuota de lucidez a ese grupo de curiosos confundidos.
Reguerraz, actor de raza, no descuida un solo detalle de la acción dramática, su mirada atenta jamás se distrae e incita al resto del elenco a seguirla. El gesto oportuno ante la palabra y el silencio así como los movimientos corporales y los matices de su discurso dan fuerza y credibilidad a su personaje. En la misma línea ubicamos a Lola Berthet que logra componer una jovencita insinuante con una fuerte carga erótica disimulada por la comicidad de sus exagerados movimientos corporales y la utilización de la maquietta como técnica propia del actor italiano.
Juana Hidalgo con voz clara y dicción precisa revive a una Doña Frola que derrocha ternura y autenticidad. Los modales suaves y educados se perciben en el movimiento de las manos de esa mujer sencilla que pretende transmitir serenidad y paz a sus vecinos desorbitados, pero lamentablemente no lo consigue ni en la ficción y menos en la realidad .El resto del elenco, por momentos, se desborda confundiendo el tono farsesco que se le quiso imprimir a la obra con la sobreactuación ( abuso del grito, ademanes exagerados y falta de matices en la emisión de la voz) , sin perjuicio de estos desajustes, la frescura y la actualidad de Pirandello se mantuvo indemne apoyado como Doña Frola en el discurso fabuloso que se inventó para poder vivir .

Maricla Boggio: una dramaturga italiana entre la filosofía y la historia

Maricla Boggio: una dramaturga italiana entre la filosofía y la historia Centro de Documentación de Teatro, Danza y Música